Sé que eres mi primer bebé, que mides más o menos 20 centímetros -esto según la última visita al obstetra-, que eres una niña y que ya tienes manos, pies, ojos, nariz, boca -y recientemente- oídos.
Sé que no tienes nombre, no porque no te merezcas uno, sino porque tu papá y yo hemos sido demasiado flojos, demasiado indecisos, o demasiado miedosos como para ponerte uno.
Sé que, por ahora, no te gusta la lechuga -eso me lo dejaste bastante claro durante los primeros cuatro meses, cuando las nauseas y los vómitos apenas me dejaban funcionar normalmente- y que te fascinan las frutas. Cuanto más ácidas mejor.
Sé que te da fatiga a la media noche y que si no me como por lo menos una galletica de soda, somos yo y mi estómago los que pagamos las consecuencias.
Sé que cuando te da hambre me lo haces saber con nauseas, que te levantas con un apetito voraz, que te gusta que caminemos en el parque todas las mañanas y que cuando más te mueves es a media mañana, a eso de las 11, y a media tarde, a eso de las 3 (justo ahorita te estás moviendo).
Sé que te gusta la música de baby Bach. No sé cómo, pero lo sé -eso que llaman intuición de madre- y que cuando papá le habla directo a la barriga tu empiezas a moverte como con ganas de salir corriendo (todavía no pequeña).
Sé que no te gusta cuando lloro. Esto tampoco sé cómo lo sé -que súper valga la redundancia- pero lo sé. Tal vez es porque cuando lloro siento una presión en el estómago, parecida a ese nudo que algunas personas dicen sentir en la garganta cuando están tristes. Cuando río en cambio, comienzas a moverte, como un gusanito, con ganas de unirte al bochinche que tenemos acá fuera.
Todavía no sé muchas cosas de ti...
No sé si te parecerás a mí o a papá o a algún otro miembro de la familia. Aunque estoy convencida, por los ecos que te han hecho, que eres exacta a mi, la verdad es que probablemente esta idea sea más producto del deseo que de la realidad.
No sé a qué hora tendrás hambre. Aunque al principio -muy probablemente- comerás a toda hora... Ok, exagero, cada dos o tres horas.
No sé si te gustarán las muñecas, o si serás tan torpe sobre una bicicleta como tu madre. Cuál película de Disney será tu favorita, si querrás que te lea un cuento por las noches, si te gustará el rosado o si te pareceré divertida, interesante, o muy por el contrario, aburrida.
Aunque es más lo que no sé de ti, sé con férrea certeza que ahora la vida -al menos la mía- se resume en 20 centímetros de felicidad. Felicidad absoluta.
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